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El nuevo curso



Decía filósofo Jorge Guillermo Federico Hegel en la página 25 de su libro Filosofía de la Religión que “un ciego puede ocuparse del marco de una pintura, de la tela, del barniz, de la historia del pintor, del destino de la pintura,  y, sin embargo no ver nada de la pintura misma".

En los inicios de este curso académico, evangelizador y vital  que supone los meses de septiembre y octubre me ha venido al sentimiento esta corta pero sabia reflexión del filósofo en cuestión.

 

Son tiempos de proyectos y programaciones en los que el trazo grueso y el trazo fino se entremezclan; son momentos en los que lo de siempre ha de convivir con lo que quizás con poco de esfuerzo pueda conseguirse, contando con el hecho de que no pocas veces lo interesante transita por el mundo de las matices más que por la profundidad de lo sustantivo.

 

Dios quera que así sea y que, mal-parafraseando a Hegel, quizás sea un momento para intentar que ni la rúbrica apague el sentimiento, ni el catecismo sustituya a la palabra, ni el noble oficio de saber liderar elimine el gozoso arte de servir, a ser posible, calladamente.

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