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Mostrando entradas de octubre, 2023

La sociedad del espectáculo

No soy de los que critican Halloween ni de los que lo contrastan críticamente con nuestra fiesta de todos los santos. Lo siento. A mí, estos días siempre me han resultado un acontecimiento simpático en el decrepitado octubre, cuando ya, en serio, sabemos que el verano ha acabado.   Pero sí que considero que estas celebraciones, son el efecto de la enfermiza necesidad que tenemos los humanos y las humanas del siglo XXI, de convertir todo en algo espectacular. Sí; el adjetivo espectacular lo invade todo. Todo tiene que ser espectacular porque si no, es como si no existiéramos. Vivimos en la sociedad del espectáculo, así la calificaba ya el sociólogo Guy Debord  allá por los años sesenta.    Del cartesiano, “pienso luego existo”, hemos pasado al “soy un espectáculo” luego existo. Por eso, la muerte, también la hemos convertido en espectáculo. Aviso para los navegantes del siglo XXI; cabe nacer como personas con dignidad, y devenir en actores y actrices del gran teatro del mundo, que di

Personas distraídas.

Vivimos en una sociedad necesitada de distracciones. Necesitamos distraernos para soportar las tensiones existenciales que cada día nos muestra la realidad. Tan pronto pasamos de la angustiosa barbarie de Hamás en un episodio más del conflicto palestino-israelí, a la dulce barbarie que supone la noticia de ocho millones de desplazamientos en este puente del Pilar. Cada barbarie tira de nosotros en direcciones contrarias. Por eso somos seres distraídos, parecidos a pájaros en jaulas cuyos barrotes de hierro reclaman de vez en cuando barrotes de goma que nos permitan descansar de la insoportable dureza de la realidad cotidiana. Y así funcionamos, y así vivimos, con esta necesaria mezcla mágica de compensaciones. El periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano, en unas preciosas reflexiones recogidas en el Libro de los abrazos, dice que no pocas veces “siente mucho miedo de que se nos pueda caer la vida en alguna distracción”. Espero que no.  Puedes escuchar el audio del com

El carbón y el diamante

Federico Nietzsche en un libro titulado Así habló Zaratustra en un capítulo titulado “De las tablas nuevas y viejas”, reproduce un diálogo entre el carbón y el diamante. Le dice el carbón al diamante: “¿por qué eres tan duro, ¿no somos parientes cercanos?”. En otros libros de este escritor vuelve a reproducir el mismo diálogo, siempre para justificar su deseo de que el ser humano se endurezca, porque para él, ser blando, ceder es innoble.  Me ha venido a la cabeza este episodio leyendo ayer unas palaras del papa Francisco en los entornos del Sínodo. Afirma el Papa que “ no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan y excluyen”,  y que la “prudencia pastoral” está en el centro del discernimiento. En una misma institución convivimos (igual que el carbón y el diamante), posiciones eclesiales, más duras y blandas. No se trata de ganar o perder, sino de convivir, es decir de saber que en el fondo estamos llamados a ser parientes próximos. Que el Sínodo nos ayude a serlo.