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MIRADAS QUE NOS CAMBIAN


Estas semanas que nos entrenan para la Navidad se debaten entre el ánimo y el cansancio. Debutan siempre con proyectos ilusionantes capaces de sacar de sí mismos vibraciones intensas. Pero casi siempre, al final, devienen en fuegos fatuos de fin de ciclo.

No faltan quienes nos señalan otro camino; aquel que nos conduce al hondo interior donde sosegarse del resacoso brillo exterior, o donde la fuerza del Misterio, como si de una comadrona se tratara, intentara hacer fluir aquello que no podemos permitirnos perder. Por eso palabras como santidad, felicidad, paz… se convierten en sentimientos ambiguamente reclamados.

Sea como fuere, estoy de acuerdo con Alois Vogel, el protagonista de la magnífica novela de Pablo D’Ors, el Estupor y la Maravilla, quien cansado de observar las obras de arte del museo  en el que trabaja como vigilante, al final, reconoce que “después de mirar algo adecuadamente, ya no podemos ser los mismos, y ya no podemos sino cambiar de vida”. Mantengamos el sentimiento de que estos días transformen algo de nuestra vida.

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Tiempos Carmesíes

Vivimos en tiempos color carmesí.   El color carmesí manifiesta una complicidad con tintes entre lo atractivo y lo adictivo. Es resultón, pero, como todo lo resultón, le define más su apariencia que su hondura. No es rojo ni tampoco morado, y hay quien dice que le matiza un leve matiz naranja mínimamente corregido por un verdoso azulado. Y es que el color carmesí es potencialmente camaleónico. Recuerdo la novela  El Manuscrito carmesí  de Antonio Gala, de enorme belleza literaria.Carmesí era Boabdil, su protagonista, el último sultán de Granada, de camaleónica actitud; en él habitaba la  firme tradición y la frágil decisión; era luminoso y oscuro; rey culto, pero gobernador desastroso; de lírica actitud, pero con sonadas derrotas.  Un verdadero campo de contradicción que de sí mismo decía:  "todos fuimos alguna vez más dignos. Pero toda música cesa. Hasta en nuestro recuerdo toda música cesa" . Y no puedo dejar de comparar aquella leyenda ...

Dis-pensare

Mi abuelo, a la de spensa , le llamaba di spensa . Y ¡claro!, nos reíamos. Pero no iba tan desencaminado ahora que pienso . La Iglesia de Albacete hoy ha dispensado de la obligación de asistir a misa dado que el precepto católico de hoy, al trabajar (los que no estén de vacaciones), tendrán dificultad para implementarlo. Dispensar es algo así como   des-pecadizar a quienes hoy no asistan a un oficio religioso. Ciertamente es gratamente memorable la actitud episcopal. En cualquier caso yo utilizaría otra palabra en vez de " dispensar ". Suena tan mal! Etimológicamente se asocia tal palabra al significado de "algo que pesa". Dispensar seria "quitar el peso". ¿Quién dijo que la asistencia a la Eucaristía es un "peso" y una "carga" de la cual alguien me libera?. Ay dios! Este lenguaje cruel que tenemos! © Fco. Jesús Genestal Roche

Temis contra Némesis

En la mitología griega Temis es la diosa de la justicia divina, digamos que mas o menos imparcial. Némesis sin embargo es la diosa de la venganza, portadora de una justicia que hace beber al ofensor de la propia medicina. Muchas veces le he dicho a mi amigo Raul, que ansía un determinado puesto en una institución religiosa, que sólo estará preparado para ocuparlo cuando, en el supuesto de llegar a él, tenga capacidad para actuar con justicia y no con venganza con lo que allí encuentre y con los que allí se encuentre. Tengo últimamente la triste convicción de que en algunas instituciones religiosas, Némesis campa a sus anchas, y Temis, la pobre, se ha quedado con su balanza y sus ojos cegados, deambulando en sus pensamientos. © Fco. Jesús Genestal Roche.